
lunes, 20 de junio de 2011
Parque San Carlos
Una gran casa señoral, mandada a construir por el francés Eduardo De Machy, que el correr impetuoso del tiempo ha convertido en habitáculo de pájaros y plantas.
El Palacio de San Carlos hechizaba a los lugareños por la belleza de la construcción, sumado a la finísima decoración de su interior. Construido en apenas dos años, entre 1886 y 1888, en base a materiales traídos desde distintos puntos de Europa, poseía instalaciones y comodidades desconocidas para la zona: calefacción central por medio de hogares de mármol, sistema de iluminación a gas, sistema de agua corriente, sanitarios móviles y más.
Cuatro décadas después, el Castillo de San Carlos fue ocupado por una familia de características muy finas y de gustos exuberantes: los Fuchs Valon. En algún momento de aquel período, Antoine de Saint Exupery -quien entonces era
aviador-, sufrió un accidente con su avioneta aterrizando en campos de la propiedad y relacionándose con sus habitantes. El autor de El Principito dejaría estampado este parque en uno de sus memorables cuentos "Oasis".
La casona quedó luego abandonada y por varios años fue saqueada perdiendo todo lo de valor que contenía. Eran ya una leyenda sus primeros dueños, sus fastuosas fiestas, sus industrias. Las depredaciones se sucedieron, el tiempo y la erosión sumaron su desgarro, y el espléndido castillo al estilo Luis XV -con sus dos plantas, sus jardines y sus estatuas-, transitó por una gran agonía que culminaría con el incendio de 1938 y su reducción a ruinas.